sábado, 4 de septiembre de 2010

Los abuelos de mi vida

jueves, 12 de agosto de 2010
16:50

 
Tiempo atrás recibí un e-mail que hablaba de las manos de los abuelos, el cual además de emocionarme hasta las lágrimas me hicieron reflexionar sobre mis propios abuelos.
Lamentablemente solo me queda uno, que con sus jóvenes 89 años sigue siendo un hermoso yugoslavo, alto, de hombros anchos, rubio y manos esplendidas.  Aunque pensándolo bien, ya no lo veo tan alto, y sus hombros ya dejaron de ser tan amplios para ir cerrándose como las flores al caer el día , y su pelo ha dejado de ser dorado para transformarse en una mata de canas blancas, pero lo que si aun siguen siendo esplendorosas, fuertes, rusticas y eternas trabajadoras, son sus manos.
Manos que ayudaron a construir su casa, manos que abrazaron al amor de su vida, manos que lucharon en pos de  un país mejor, manos cariñosas recibiendo a sus hijos, manos temblorosas cuando tuvo que llevar el cuerpo sin vida de una nieta.
Nunca me había puesto a pensar en la tarea de los abuelos, y ahora que estoy contándoles esto, caigo en la cuenta que mis propios padres también son abuelos, y que para muchos de nosotros el amor que les profesan a nuestros hijos hacen que se reivindiquen ante nuestros ojos.  Porque es verdad ¿quien no tiene una factura que pasarles a nuestros padres?  Yo, si.  Pero desde que soy madre, veo con la ansiedad que mis hijos fueron esperados por sus abuelos, el cariño, la paciencia y la dedicación que les ofrecen, pero por sobre todas las cosas el inmenso amor que les tienen.  Un amor puro, sincero, desinteresado, único.
Nuestros abuelos han sido para muchos de nosotros ejemplos de lucha y  perseverancia, de aquellos que vinieron con las manos vacías dejando su patria, su historia y su familia.  Para comenzar a construir solo con sus manos y su coraje un futuro digno en estas tierras prometedoras, formando otras familias y otras historias.  Historia que ya van cerrando viendo sus logros de vida y enorgulleciéndose de nosotros sus nietos, acompañando nuestro crecimiento y nuestras luchas, dándonos las palabras justas en los momentos justos, viendo crecer nuestros hijos con sus miradas ya cansadas de tanto ver.
Abuelos jóvenes, abuelitos grandes, presentes y ausentes, los que están con nosotros y los que partieron, nonos , abu, lala, quica, tato.  Ustedes son motivos de felicidad en nuestras vidas, y son el dulce recuerdo de una infancia que ya pasó,  con sus juegos nos embelezaban, de nuestras picardías se reian, y con los besos y abrazos que reciben de sus nietos ganan un día más de vida. 
Hoy somos jóvenes, trabajamos sin parar, el ritmo de vida te lleva con pasos de gigantes, pero no nos olvidemos de ellos, hace un tiempo pasa de la nona a tomar un mate, o llévalo al abu a caminar por el sol.  No los abandones, y aunque tu abuelito este en un lugar de esos que se llaman geriátrico, no hagas de ese lugar un “deposito de viejos”, anda, hace un hueco en tu agenda atestada de horarios y pasa simplemente a darle un beso.  Seguro te esta esperando!!!!!!!!

Analia Bitti

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